Yocheved Lifshitz, la mujer de 85 años, que fue una de las dos rehenes liberadas a última hora de ayer por Hamas, contó que había sido golpeada por militantes cuando la llevaron a Gaza el 7 de octubre pasado, pero reconoció que luego fue tratada bien durante su cautiverio de dos semanas en el enclave palestino.
La mujer contó el «infierno» que atravesó al ser secuestrada en Israel y llevada por una «telaraña» de túneles en Gaza y criticó al Ejército de su país por no haber evitado los ataques del grupo palestino.
«Pasé por un infierno que nunca habíamos imaginado», dijo en un hospital de la ciudad de Tel Aviv, horas después de que Hamas la entrega a autoridades de Egipto.
Afirmó que los milicianos de Hamas que se infiltraron en Israel el 7 de octubre «arrasaron» el kibutz de Nir Oz, la comunidad agrícola donde fue secuestrada junto a su marido, que sigue retenido, y otras personas.
Ella fue liberada junto a Nurit Cooper, de 79 años y también vecina de Nir Oz, tres días después de la liberación de otras dos mujeres estadounidenses. El marido de Lifshitz, Oded, de 83 años, permanece cautivo de Hamas.
Al momento de ser secuestrada, narró, la valla fronteriza entre Israel y Gaza «no sirvió de nada» y la barrera fue «volada» por una «turba» de combatientes de Hamas que inundó en seguida el kibutz.
Golpes, cautiverio y liberación
Lifshitz dijo que en el camino a Gaza fue golpeada con palos que le lastimaron las costillas y le provocaron dificultades para respirar.
Una vez en cautiverio, dijo que pasó por un túnel y llegó a una gran sala donde se encontraban reunidos otros 25 de los 222 rehenes que según el Ejército están retenidos en Gaza por Hamas.
«Nos dijeron que creían en el Corán y que no nos harían daño, que nos darían las mismas condiciones que en los túneles».
Después de unas dos o tres horas, ella y otros cuatro rehenes del kibutz de Nir Oz fueron llevados a una habitación separada donde les dieron colchones y donde eran visitados por doctores cada dos días, quienes les traían medicamentos.
«El trato hacia nosotros fue bueno», reconoció. Sus captores se aseguraban de que las condiciones fueran sanitarias. «Ellos limpiaban los baños, no nosotros», puntualizó.
Consultada sobre conversaciones con sus captores, la exrehén dijo que «intentaron» conversar. «Les dijimos entonces, nada de política. No les respondimos sobre política. Hablaban de todo tipo de cosas. Fueron muy amables con nosotros. Se ocuparon de todas nuestras necesidades, hay que decirlo», repitió.
La mujer se quejó de «la falta de conocimiento» del Ejército y los servicios de seguridad interior israelí Shin Bet sobre lo que Hamas estaba planeando y dijo que eso «perjudicó gravemente» a Israel.
Un periodista le preguntó por qué estrechó la mano, al parecer, de uno de sus captores, cuando fue trasladada a una ambulancia de la Cruz Roja, y repitió nuevamente que fueron tratados con «sensibilidad».
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