La Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe anunció este viernes la excomunión del arzobispo italiano Carlo Maria Viganò, hallado culpable de «cisma» por sus continuos ataques al papa Francisco y por no reconocer su autoridad.
«Son conocidas sus afirmaciones públicas de las que resulta el rechazo a reconocer y someterse al Sumo Pontífice, a la comunión con los miembros de la Iglesia y a la legitimidad de la autoridad magisterial del Concilio Vaticano II«, señaló la Congregación en un comunicado, en el que declara al «monseñor» culpable el delito de cisma.
El fallo significa que el arzobispo no puede recibir los sacramentos de la Iglesia católica, como la comunión. El Vaticano explicó que Viganò fue excomulgado tras un «proceso penal extrajudicial», aunque el arzobispo ha dicho que no reconoce la legitimidad del proceso.
Ultraconservador
Viganò, de 83 años, es un representante del sector más conservador de la Iglesia católica, nombrado arzobispo en 1992 por Juan Pablo II y luego, entre otros cargos, nuncio apostólico (embajador) en Nigeria hasta 1998 y en Estados Unidos entre el 2011 y el 2016.
Para algunos, el arzobispo había sido visto como un diplomático y funcionario eficaz en años pasados. «No sé qué ha pasado», dijo recientemente el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, sobre el ahora excomulgado arzobispo.
El arzobispo en los últimos años no ha escondido su confrontación con el papa Francisco y en 2018 llegó incluso a solicitar su renuncia tras acusarlo abiertamente de conocer los abusos sexuales del cardenal estadounidense Theodore McCarrick, a quien el Papa más tarde expulsaría del sacerdocio por sus conductas. Una investigación del Vaticano cuestionó la versión de Viganò y exculpó a Francisco.
Un Papa gay friendly
Además ha calificado a Francisco de «herético», «tirano» y «siervo de Satanás», puesto en duda su elección en el cónclave de 2013 y le ha atacado abiertamente tras la publicación del documento ‘Fiducia Supplicans’ que permite la bendición de parejas homosexuales.
Ha acusado al papa de apoyar el «fraude climático», ha criticado su apoyo a las vacunas contra el covid-19 y a su promoción de una Iglesia «inclusiva, inmigracionista, ecosostenible y gay-friendly«.
Por todo esto la Santa Sede le ha acusado de «cisma», por sus «afirmaciones públicas de las que resulta una negación de los elementos necesarios para mantener la comunión con la Iglesia católica».
El pasado 28 de junio Viganò explicó en la red social X que la apertura de este juicio canónico en su contra le había sido notificada con «un simple correo electrónico». «Supongo que la sentencia ya está preparada dado que se trata de un proceso extrajudicial. Considero las acusaciones en mi contra un honor. Creo que el propio tenor de las acusaciones confirman las tesis que vengo defendiendo», sostuvo.
El exnuncio calificó el Concilio Vaticano II (1962-1965), que revolucionó y modernizó la Iglesia, como «un cáncer ideológico, teológico, moral y litúrgico» y tildó la «Iglesia Bergogliana», en alusión al apellido del papa, Bergoglio, de «metástasis».
«Repudio, rechazo y condeno los escándalos, los errores y las herejías de Jorge Mario Bergoglio [el papa Francisco], quien tiene una gestión del poder absolutamente tiránica», ha dicho el religioso el mes pasado. «Acuso a Bergoglio de herejía y cisma y pido que sea removido del trono que indignamente ocupa».
Sin defensa
El arzobispo había sido convocado por la Congregación para la Doctrina de la Fe el pasado 28 de junio para responder a su acusación de «cisma», pero se negó a personarse.
La Doctrina de la Fe, dirigida por el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, se reunió el pasado 4 de julio para deliberar el proceso penal canónico en su contra, a pesar de su ausencia, y finalmente le ha considerado «culpable» del delito de «cisma», promulgando su excomunión.
El caso de Viganò ha sido a menudo comparado con otro de los pocos precedentes a ese nivel, el del arzobispo francés Marcel Francois Lefebvre, fundador de la Fraternidad de San Pío X, crítico con el Concilio Vaticano II y excomulgado en 1988 por Juan Pablo II por actos cismáticos.
Esta medida excepcional de excomulgar a un arzobispo podría tener un fuerte impacto en los círculos ultraconservadores, especialmente en Estados Unidos, donde la oposición al pontificado del papa argentino es fuerte.
Viganò estuvo en el centro de la polémica por organizar una reunión entre el papa y Kim Davis, la funcionaria de Kentucky que se negó a expedir licencias matrimoniales a parejas del mismo sexo, durante la visita del papa a Estados Unidos en 2015. El Vaticano dijo más tarde que la reunión «no debe considerarse una forma de apoyo a su posición».
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