La disputa por el voto evangélico divide aguas. Hace pocos días, las principales asociaciones que agrupan a estas iglesias se pronunciaron en defensa de los valores que, aseguran, deben priorizar los fieles al momento de ingresar al cuarto oscuro. Desde las entidades señalan que no hay un llamado explícito para votar a uno u otro candidato, pero existen vínculos históricos que demarcan tendencias. Página/12 conversó con referentes evangélicos para entender los posicionamientos institucionales y la representación política del espacio; pero también para conocer cuáles son las percepciones de los creyentes y qué consejo reciben de sus pastores en la actual situación de incertidumbre.
Una primera división se precipita y ordena las tendencias. Dos organizaciones se reparten la representación de las iglesias cristianas: la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE) y la Asociación Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera). La primera es la más antigua, data de 1957 aunque ya funcionaba en conjunto a otras federaciones regionales. Nuclea a unas veinte iglesias en su mayoría protestantes, es decir, luteranas, calvinistas, metodistas, bautistas y pentecostales. Se podría decir que FAIE está más ligada al campo progresista, con la defensa de los derechos humanos y la democracia como banderas. Precisamente, fue a raíz de la última dictadura, con posiciones encontradas respecto de la guerra de Malvinas y el Juicio a las Juntas donde se produjo una división y nació Aciera, que actualmente posee una representación mayoritaria. Las iglesias de FAIE apoyaron el Juicio, mientras que Aciera se posicionó en un lugar más conservador.
El presidente de FAIE, Leonardo Schindler, asegura que los fieles “buscan consejos, pero tratamos de ser respetuosos del voto de cada persona, más allá de brindarles algunas orientaciones generales para que puedan decidir”. Se refiere, en este aspecto, a determinados valores que históricamente ha defendido la entidad, basados en la lectura que hacen de los Evangelios. Valores que se reflejan en la carta pastoral que difundieron en los últimos días donde sostienen que “hay límites que no podemos traspasar, hay acuerdos democráticos que hemos sostenido en los últimos 40 años que deben ser tenidos en cuenta”. Schindler dice que las preocupaciones que más aquejan a los fieles son la situación económica, la inseguridad y el trabajo. «Las
incertidumbres a quienes más golpean es a los pobres, porque cuentan con menos recursos para resguardarse. Por eso siempre decimos que nuestra
prioridad deben ser los más débiles», señala.
En el comunicado de FAIE se puede advertir claramente que Javier Milei se encuentra en la antítesis de lo que profesan los pastores. Schindler, que también preside la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, con más de 150 años de historia en el país, afirma que el libertario «ha
forjado una visibilidad política a partir del maltrato, del desprecio, de
propuestas que son contrarias a nuestros principios evangélicos y protestantes como la venta de órganos, de niños, la portación de armas y el negacionismo. Creo que está capitalizando todas
las broncas y los disgustos de la sociedad de una manera muy peligrosa».
Horas después de la carta de FAIE, desde Aciera contestaron con otro comunicado en el que ratificaron su neutralidad de cara al balotaje y le marcaron la cancha. «Siempre hemos recomendado no mezclar o confundir las funciones pastorales con la vocación por la cosa pública«, sostuvieron, a la vez que recordaron que «ningún partido político puede representar a las iglesias evangélicas, más allá de los evangélicos que lo integren». Y es que el volumen de afiliaciones que ostenta Aciera le permite entablar otro tipo de relaciones con el poder político. Poco antes de la primera vuelta, la entidad invitó a los tres principales candidatos a exponer sus propuestas. El único que no respondió a la invitación fue Milei.
«Esta elección nos obligó a unirnos y salir en defensa de la democracia», dice Claudio
Bravo, secretario general de la Unión de Trabajadores de la Pastoral Evangélica (UTPE), que reúne a más de 200 pastores que prestan servicio en comedores, cárceles, hospitales, geriátricos y centros de día. Con presencia en 9 provincias, incluida CABA y 45 distritos del conurbano; la UTPE nació en 2020 como
una red de organizaciones sociales evangélicas para intercambiar saberes y experiencias. El año pasado se incorporaron a la CTA Autónoma que conduce Hugo «Cachorro» Godoy.
A diferencia de FAIE, desde UTPE se manifestaron explícitamente en apoyo a la candidatura de Massa. Esto los llevó a conformar el
Movimiento Federal Cristiano Evangélico junto a sectores que han sostenido posiciones disímiles en la discusión por el matrimonio igualitario o el aborto, pero que respaldan al oficialismo en la segunda vuelta. «Llevamos
adelante las banderas de solidaridad con el pueblo más desprotegido y muchos somos parte de organizaciones de derechos
humanos. También reivindicamos la protección de la casa común y el dialogo. Por eso tuvimos
la necesidad de tomar posición», señala Bravo quien asegura que «en más de un lugar ha empezado a verse la otra iglesia. Y el otro evangelio, que es el de la paz, de la democracia, el que se preocupa por el desprotegido, el que está en todas las barriadas, el evangelio que está con el que sufre y con el que no tiene esperanza».
Para el pastor Guillermo Prein del Centro Cristiano Nueva Vida, por otra parte, es preciso analizar el voto evangélico desde al menos tres ángulos distintos. En primer lugar, que a pesar de los esfuerzos que haga una iglesia particular por dirigir la voluntad de sus fieles, la decisión final estará definida por la experiencia personal, influenciada por otras variables como los medios de comunicación y las redes sociales. Por otro lado, la propia pluralidad de la institución impide que haya un posicionamiento único. «Muchos
evangélicos no quieren escuchar la palabra política y no se dan cuenta de que
todos hacemos política, por acción o por omisión», dice Prein a propósito de algo que, asegura, no es tan explícito en otras tendencias religiosas. «No tenemos un referente que diga a quién votar», afirma.
Pero un tercer enfoque enriquece el análisis. Prein sostiene que hay dos interpretaciones de la biblia que condicionan la manera de ver la realidad. Existiría, de esta manera, una lectura literalista, basada en el Antiguo Testamento, que defiende la autoridad monárquica frente a quienes conciben que la palabra de Dios promueve la organización democrática de la sociedad. «Es una pelea histórica entre lo que es la autoridad de los reyes que tratan de imponer el orden a través de una monarquía o una democracia restringida y un Jesús que dice ‘mi reino no es de este mundo’ y establece la solidaridad y el amor
como base de todo. Ahí
hay una lucha teológica que se va a traducir en el voto«.
La política y la religión
El colectivo de evangelistas viene creciendo en los últimos años. De acuerdo con la segunda edición de la Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina, realizada por el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL, Conicet) en 2019, alrededor del 15 por ciento de los habitantes suscriben a esa fe. Los resultados del estudio son elocuentes, ya que permiten trazar una evolución en las creencias de la población al compararlos con los del primer relevamiento hecho en 2008. En ese entonces, solo el 9 por ciento de la población se reconocía evangelista. Cabe destacar que los ateos y agnósticos tuvieron un salto similar (de 11,3 a 18,9 por ciento). Ambos resultados se dan a expensas de una caída en los índices adscripción al catolicismo (76,5 a 62,9 por ciento).
Por esta razón, no es extraño que la dirigencia política busque canales de comunicación con las organizaciones evangelistas, con el propósito de representar a sus adherentes. Frente a la penetración de Aciera, que además se traduce en funcionarios ligados al PRO, como es el caso de Cynthia Hotton, que preside el Consejo Social del gobierno porteño o la diputada Dina Rezinovsky; otras entidades mantienen buenas relaciones con el oficialismo nacional. En este sentido, las autoridades de FAIE en conjunto con otras agrupaciones como el Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos y la Pastoral Social Evangélica se han reunido con Agustin Rossi; mientras que en UTPE mantuvieron encuentros con Axel Kicillof y Malena Galmarini, entre otros.
A diferencia de lo que pasó en Brasil, donde Jair Bolsonaro llegó al poder con el respaldo del imperio económico que representa la Iglesia Universal, con terminales en medios de comunicación y representación política, ninguno de los consultados cree que Milei tenga un apoyo significativo desde lo religioso. Sin embargo, la idea de crear un frente evangélico está latente en algunos sectores, aunque minoritarios. En esa línea, el presidente de la Federación Argentina de Pastores Evangélicos, Ariel Díaz, asegura que están trabajando para llegar al poder legislativo para discutir la ley 21745 y estar en igualdad de condiciones con las iglesias católicas.
En esa búsqueda, Díaz colaboró con el armado de Milei en la quinta sección electoral, luego de acercarse al Frente Patriota de Alejandro Biondini y de haber respaldado la candidatura de Juan José Gómez Centurión en 2019. «Con Milei
tenemos afinidades respecto del rechazo al aborto y la ideología de género», sostiene. Aunque asegura que sus pastores no bajan una línea: «Nuestro consejo es que tenemos la obligación como ciudadanos de ir a votar y la responsabilidad ante Dios de lo que hacemos en el cuarto oscuro».
Informe: Diego Castro Romero
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