El nombre del beisbolista japonés Shohei Ohtani trascendió fronteras por estos días al firmar el contrato más abultado de la historia, superando una marca que tenía Lionel Messi de sus épocas en Barcelona. El hecho despertó curiosidad en el mundo del deporte pero fueron las extrañísimas condiciones del contrato las que capturaron su atención, como dice el personaje de Leonardo DiCaprio en Django sin cadenas. Es que Ohtani arregló por 700 millones de dólares pero cobrará «sólo» 20 durante los próximos diez años. El resto, a partir de 2034 y, como si fuera poco, sin intereses.
¿Generosidad deportiva? ¿Evasión impositiva? ¿La célebre paciencia japonesa llevada al extremo? Las teorías son varias, las críticas numerosas y las sospechas, abundantes.
El dato duro indica que Ohtani, de 29 años, firmó con Los Angeles Dodgers por 700 millones y diez temporadas, con lo que Messi pasó a segundo lugar en la lista de contratos más abultados de la historia con los 674 millones por cuatro años que ya disfrutó de su arreglo con Barcelona en 2017. Más abajo quedó Cristiano Ronaldo con los 536 millones que firmó por dos años y medio de servicios goleadores en Arabia Saudita.
Pero el crack japonés -un jugador casi único en su especie, según dicen- cobrará el 97 por ciento de su contrato (680 millones) en pagos iguales entre 2034 y 2043, cuando quizá ya no sea jugador del equipo o incluso esté retirado. Ojo, no es que la situación financiera de Ohtani vaya a correr peligro por la próxima década (tiene ingresos anuales por 50 millones en patrocinios) pero la cosa no deja de llamar la atención.
La explicación oficial
Parece que en la liga de béisbol yanqui (MLB) no es una rareza que un jugador cobre en diferido, aunque nunca semejante friolera de billetes. «Estaba enterado del programa de aplazamiento, entonces hice algunas cuentas y deduje que, si puedo diferir todo el dinero posible, eso podría ayudar a los Dodgers parar contratar mejores jugadores y hacer un mejor equipo. Sentí que lo valía y estaba dispuesto en ir en esa dirección, por eso tomé la decisión», explicó el buen Ohtani durante su presentación, aunque a través de su traductor, otra arista que le suma misterio al arco narrativo de este japonés que vive en EE.UU. desde hace seis años pero alega no hablar bien el idioma.
Entonces, como en la MLB hay límites salariales por equipo e impuestos a los que se exceden del tope, el salario de Ohtani permitirá a los Dodgers contratar más jugadores. Claro que las autoridades de la liga tampoco se hacen completamente las distraídas: tasaron su contrato en 46 millones anuales (y no en dos), por lo que esa será la cifra que se sume al total salarial de los Dodgers (el límite por equipo será de 233 millones en 2024).
Las críticas no se hicieron esperar. «Es un gran acuerdo para los Dodgers, un gran acuerdo para Ohtani y un mal acuerdo para el béisbol. Tenés dos equipos gastando en 26 jugadores menos que lo que cobrará Ohtani por año. Eso no es un modelo sustanciable de negocios», dijo Alex Rodríguez (no le cuenten cómo se maneja el fútbol), quien supo ser de los deportistas mejor pagados del mundo a principios de siglo pero quizá sea más conocido por haber salido con la cantante Jennifer Lopez.
Ganar… en todos los frentes
«Como vieron, mi contrato es de diez años y no estoy seguro por cuánto tiempo más voy a poder jugar. Entonces lo que priorizo es ganar, eso está en el tope de mi lista y probablemente nunca cambie», argumentó Ohtani sobre su elección durante la agencia libre. Ganar siempre es importante pero si algo obnubila a los atletas (o personalidades) más ricos del mundo, es la cuestión impositiva.
Aunque no hubo explicación oficial al respecto, los especialistas advierten que Ohtani se estaría «ahorrando» algo así como 100 millones de dólares de impuestos con sus cobros en diferido. Es que si para dentro de diez años elige mudarse de California (donde queda Los Angeles), evitaría el gravamen estadual del 13,3% sobre los ingresos mayores a un millón -entre otras deducciones-. Nada mal para el crack japonés, especialista en pegarle a la pelotita y, aparentemente, esquivarle a los impuestos.
¿Por qué tan codiciado?
Cifras y sospechas a un lado, parece que Ohtani es un fenómeno en lo suyo y lo consideran como el «Babe Ruth del Siglo XXI», nada más y nada menos. ¿Que quién es Babe Ruth? Difícil no haberse cruzado alguna vez con este nombre en tiempos de hegemonía cultural estadounidense, desde Los Simpson hasta numerosas películas, como en la afamada escena de Los Intocables, con Robert De Niro (Al Capone) rompiéndole la cabeza a un colega mafioso con un bate de béisbol. Ruth fue uno de los primeros ídolos populares deportivos de su país, siete veces campeón de la liga, tema vigente de discusión por su tez de piel y, lo que más lo asemeja a Ohtani, capaz de batear tanto como de lanzar con escandalosa efectividad.
Nota al pie pero a la altura de la rodilla: vale recordar que en el micromundo de los deportes estadounidenses, las virtudes defensivas y las ofensivas habitualmente van por veredas diferentes. Por ende, cuando un atleta tiene ambas -en el béisbol, batear está más vinculado al ataque y lanzar, a la defensa- rompe con el molde. En los últimos tiempos, a esta especie de atletas se los denomina «unicornios», como el caso más reciente del francés Víctor Wembanyama en la NBA, un bestia defensiva de 2,24 metros capaz de tirar triples y llevar la pelota.
De todos modos habrá que esperar para ver si tanto barullo financiero se refleja en la cancha. Es que, aunque dos veces elegido Jugador Más Valioso (MVP en 2021 y 2023), Ohtani viene de jugar poquito por intervención quirúrgica en su codo y, aún más importante, nunca tuvo marca ganadora desde que llegó a la MLB. Su anterior equipo, Los Angeles Angels -vaya nombre-, no se clasificó a playoffs con el japonés en el plantel en ninguna de las seis temporadas y siempre finalizó con récord perdedor.
Eso sí, Ohtani parece ser un antes y un después para el éxito de su deporte. Con la capacidad de hacer la liga local mucho más masiva, como alguna vez fue Michael Jordan para la NBA. Por caso, su presentación en los Dodgers fue sintonizada por 70 millones de personas. No por nada el japonés -ídolo en su país, donde el béisbol es el deporte más popular- se cargó otro récord de Messi desde su llegada a los Dodgers: la de camisetas vendidas en las primeras 48 horas. Su camisa número 17 quedó por delante de la 10 del Inter Miami, que a su vez le había arrebatado la marca a la de Cristiano Ronaldo en su vuelta al Manchester United (2021).
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