27/07/2024

‘Empecé a hacer humor cuando me dejó un señor’


Nadia Chiaramoni dice que la clave para hacerse un lugar en dos profesiones histricamente masculinas fue buscar aliadas Foto Victoria Gesualdi
Nadia Chiaramoni dice que la clave para hacerse un lugar en dos profesiones históricamente masculinas fue buscar aliadas. Foto: Victoria Gesualdi

El primer recuerdo de sus dotes como comediante la lleva a sus 17 años y tiene como germen una pérdida personal importante. A sus 12 había fallecido su papá y cuando estaba por recibirse en la secundaria, Nadia Chiaramoni, doctora en Ciencias Básicas y Aplicadas y licenciada de Biotecnología, tuvo que pedirle a la regente de su colegio que la medalla se la entregara su padrino. Cuando la mujer le dijo que no, que tenía que entregársela su papá, ella le contestó que no iba a ser posible porque «está un poco descompuesto». Había entendido aquello de que tragedia más tiempo puede dar como resultado comedia, y se animó a hacer humor negro sobre su propia desgracia.

A los 43 años, Nadia logró insertarse y brillar en dos universos que históricamente fueron monopolio de los hombres: la ciencia y el humor. Y fue aún más lejos; mezcló ambos mundos y hoy hace stand up científico, un experimento en el que cada vez le va mejor. En el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia fue una de las participantes del acto que organizó el Gobierno y en sus redes se jactaba de haber hecho reír al presidente Alberto Fernández.

Nadia recibe a Télam en su laboratorio del departamento de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes junto a Silvia Del Valle Alonso, Directora del Laboratorio de Bionanotecnologia de la facultad y un grupo entusiasta de mujeres jóvenes que hoy son investigadoras y fueron sus alumnas en Química 2, una materia «filtro». La recuerdan como docente con una sonrisa porque ella hacía amena una materia difícil. Con humor, claro.

Le encanta estar en la Universidad Nacional de Quilmes en este momento y adora a su mentora y jefa Silvia Del Valle Alonso Foto Victoria Gesualdi
Le encanta estar en la Universidad Nacional de Quilmes en este momento y adora a su mentora y jefa, Silvia Del Valle Alonso. Foto: Victoria Gesualdi

– Télam: Lograste destacarte en dos profesiones que históricamente aparecen como monopolio de los hombres. Hasta hace unos años me cansé de escuchar amigos decir que las mujeres no hacen reír…
Nadia: ¡Sí! Me pasaba en una época que un flaco viniera a ver mi show y me dijera a la salida “me reí con vos y eso que con las minas no me río”.  Y yo le decía: «No te reís con los malos chistes. No importa si son de una mina, de un varón. El humor es malo o bueno, políticamente correcto o políticamente incorrecto, pero no femenino o masculino».

–La científica fue la primera en formarse. ¿Cuándo nació la comediante?
-En marzo de 2012 estaba de novia con un señor. ¿Viste cuando te ves venir que un señor te va a dejar? Bueno, esto fue ponele un lunes y pensé que el fin de semana tenía que programar algo para no pegarme un corchazo. Estaba escuchando Perros de la Calle y hablaban de las citas rápidas de ocho munutos que estaban de moda en esa época. Me anoté. Debut y despedida porque son ocho entrevistas de laburo, es insoportable.Y es insoportable escuchar al otro también. Hay uno que me quedó grabado y lo usé muchas veces para hacer humor. Venía la persona y era “che, a qué te dedicás”.

Nunca me voy a olvidar de uno al que usé mucho para mis shows. Le pregunté qué hacía y me dijo que trabajaba en una pinturería. Le pregunté en qué parte, más específicamente, y el flaco me contestó: “¿Viste el verde? Lo hago yo”.
¿Pero qué verde, boludo? ¿El del pasto, el de la botella de gaseosa? ¿Todo el verde del mundo hacés? Fue tan me quiero ir a mi casa. Pero también googlée clases de stand up.

Y el señor que me dejó, hoy sabe que fue gracias a su abandono que empecé la carrera. Es probable que si hoy yo estuviese con él no hubiera encarado nada de todo esto. La verdad es que se lo tengo que agradecer.

 -¿Y qué estrategias usaste para que te fuera bien en ambos mundos?
  – Conseguir aliadas. Acá es mi directora, que siempre me empujó para arriba (se refiere de Silvia del Valle Alonso, directora de bionanotecnología del departamento de Ciencia y Tennología de la Universidad Nacional de Quilmes) y en humor también. Hay una chica que se llama Ana Fainberg, que es comediante y psicóloga y armó hasta hace poco un ciclo de humor que se llamaba Kweens, que eran shows de humor feministas y siempre se se preocupó de buscar mujeres u otras identidades de género que no fuera hombre-blanco-cis-hetero. Ella es una gran aliada y buscar aliadas es fundamental.

La cientfica y humorista ama la ciencia bsica porque le permite hacer experimentos porque s en el laboratorio Foto Victoria Gesualdi
La científica y humorista ama la ciencia básica porque le permite hacer experimentos «porque sí» en el laboratorio. Foto: Victoria Gesualdi

El huevo o la gallina

-¿Qué nació primero en vos, la inclinación por el humor o por la ciencia?
(Piensa) El humor es tragedia más timing y me parece que apareció primero el humor. Te cuento una anécdota. Mi papá falleció cuando yo tenía 12 años. Cuando terminé la secundaria, una regente decía que sólo los padres podían entregar las medallas a los egresados. Entonces yo le pregunté si podía venir mi padrino y no mi papá. Me preguntó: ¿No puede venir tu papá? Y yo le dije “no puede, está un poco descompuesto”. 17 años. Me parece que había empezado el humor.

–Te habías dado cuenta de que el humor era una especie de antídoto contra los venenos del alma…
Sí, también es una re armadura. Federico Simonetti (un comediante del que es amiga) dice que todos los comediantes somos una manga de hijos únicos sobre adaptados. Es esa niñez sobreadaptada en la que querés agradarle a todo el mundo el germen.

– ¿Y el interés por la ciencia cuándo llegó?
 En cuarto año decía que iba a ser abogada porque los papás de mi mejor amigo eran abogados y él decía que quería estudiar derecho. Pero en un momento pensé: yo no no puedo ser abogada, me pego un tiro. Y tenía una profesora de biología que nos enseñaba las inserciones de los músculos y cómo se acomodaban los huesos con un esqueleto que tenía el colegio. Y me acuerdo de que me encantaba encajar los huesos. Era un rompecabezas del infierno, pero me gustaba mucho. Entendí que no venía por las Ciencias Sociales y pensé en medicina. Pero no me gusta presenciar dolor. Y después empecé a ver genética, pero me tenía que ir a Rosario o a Misiones. Y un chico que era preceptor mío en ese momento me dijo “por qué no vas a la Universidad de Quilmes que está biotecnología”. Y terminó siendo profesor mío, me vine para acá. Me gusta el ambiente que hay acá ahora y hasta me doctoré en  esta institución. Tenemos a Alejandra Zinni que es la vicerrectora y es la primera vicerrectora mujer. No hay muchos de esos cargos ocupados por mujeres. La directora del departamento también es mujer, es un momento lindo para estar acá.

Empez su camino hacia el humor profesional en 2012 para no deprimirse cuando se vio venir que un novio la iba a dejar Foto Victoria Gesualdi
Empezó su camino hacia el humor profesional en 2012, para no deprimirse cuando se vio venir que un novio la iba a dejar. Foto: Victoria Gesualdi

El stand-up científico

En 2014, en el ministerio de Ciencia había un programa de popularización de la ciencia en el que estaba Diego Golombek, que armó armó un curso de stand up para científicos que quisieran comunicar la ciencia. Ella no lo dudó. -Yo siempre fui re nerd para todo y ese curso lo daba Diego Wainstein, con quien siempre había querido estudiar. Y me mandé porque estaba él, era la figurita que me faltaba. Y un comediante amigo me ayudó a armar un unipersonal que se llamaba Mente Positiva. Y en ese show yo hablaba de cosas muy fuertes. Hablaba de la muerte de mi papá, hablaba de la soledad, hablaba siendo mina soltera de películas porno. Y él me dijo: “vos me hablás de cosas tremendas y no me hablás de tu laburo que es genial”. Y ahí empecé a meter cosas de ciencia. De ahí salimos como 14, pero la única que habla de mujeres soy yo, por eso tal vez soy yo la que más llama la atención.

–En uno de tus videos de Instagram en los que hablás de vacunación y desmentís fake news en un momento destacás la importancia de las vacunas y decís: “¿no es muy loco que te dan una inyección y no te morís?
–Después del agua potable, la vacuna es el avance en salud pública más grande de la humanidad. Es lo que extendió la esperanza de vida. Hoy hablaba de la vacuna contra la viruela y recordaba que antes te morías a los 20 años.

-¿Y con qué te parece que tiene que ver el movimiento anticavunas argentino, que es pequeño, pero muy ruidoso?
-Para mí tiene que ver con la necesidad de saber algo que otros no saben, aunque sea una idea errada. –T: ¿Y de qué no te reís, con qué no hacés humor? Para hacer humor también hay un posicionamiento ideológico.N: No me río de los débiles, la idea es pegarle al de arriba. Y mi propio humor cambió. Yo me reía mucho de ser gorda. Yo tenía unos chistes (tenía el video subido a youtube y lo bajé) cuya premisa era “no hay gordas en Pinamar”. Decía que estaba cómoda en San Clemente y el chiste era “a las gordas las trafican a San Clemente”. Me funcionaba, la gente se reía, pero empecé a escuchar comediantes mujeres que hablaban de la cuestión de humillarse a una misma para pedir permiso para hablar de ciertos temas y eso no era humildad, era humillación. Para mí y para los demás. Porque una es parte de un colectivo. Yo puedo tener una aceptación de mi cuerpo, pero por ahí había mujeres que no la estaban pasando bien.

El padre de Nadia era ingeniero y la mam profesora de Matemtica De chica le regalaron un juego de ciencia Foto Victoria Gesualdi
El padre de Nadia era ingeniero y la mamá, profesora de Matemática. De chica le regalaron un juego de ciencia. Foto: Victoria Gesualdi

-¿Y qué te pasa con los “deseos oficiales” para las mujeres”, que ahora son un montón: trabajar y ser exitosa, tener hijos, estar flaca…
– Vengo de una familia que por suerte no me jodió con nada salvo con el peso. Nunca mi vieja me persiguió para que tuviera hijos, por ejemplo. Y mis amigas de toda la vida tienen hijos, pero mis amigas de la facultad, muy pocas. No me pesa no tener hijos. Yo hago muchas cosas y sé que hay cosas que puedo hacer porque no tengo hijos. –T: Siempre contás que en las citas con hombres se acobardaban un poco que fueras investigadora del Conicet…N: Claro, decía que era investigadora del Conicet y venía un “uhhhh”. Pensaba: “la próxima digo que soy abogada o maestra jardinera que lo van a entender”. Ni que hablar si digo que soy biotecnóloga. En algunos hombres sigue generando miedo.

-¿Y qué te pasó con la pandemia en los dos ámbitos?
La pandemia me llevó a comunicar cosas cuando vi que se decían barrabasadas. Empecé a explicar cómo preparar alcohol para las manos cuando la gente se entró a desesperar cuando faltaba el alcohol en gel, o sobre el correcto uso de los barbijos, o sobre la barbaridad de tomar dióxido de cloro. Mucha gente me decía que tomaba dióxido de cloro y yo les decía “no lo tomes, es lavandina, tratá de no tomarlo”.

–¿Qué tienen en común la ciencia y el humor?
La creatividad. Me interesa la ciencia básica por el conocimiento en sí. Para mí la aplicación hay un momento que es demasiada presión. Me gusta hacer ciertos experimentos  sin la presión de que le llegue a alguien pasado mañana.

–¿Creés en Dios?
–Fui criada como católica, pero hoy te diría que no.

-Supongamos que estás equivocada. Dios existe y un día lo encontrás y podés conversar con él. ¿Qué le dirías?N: (Piensa) “Te hiciste bien el boludo, amigo, te hubieras hecho más evidente. Cuando uno te pide una señal es una señal más fuerte. No que se corra una cortina”.  

 





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