El Ejército de Israel intensificó este sábado su operación terrestre en la Franja de Gaza con el envío de tanques e infantería respaldados por ataques desde el aire y el mar que «hicieron temblar el suelo» del territorio palestino, según el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, quien aseguró además que la guerra entró en una nueva etapa.
«La tierra en
Gaza tembló. Atacamos por encima y por debajo de la tierra, atacamos a agentes
terroristas de todos los rangos, en todos los lugares. Las órdenes a las
fuerzas son claras: la operación continuará hasta una nuevo aviso”, subrayó
Gallant en un comunicado. «La guerra dentro de la Franja de Gaza será dura y larga, pero estamos preparados. Esta es nuestra segunda guerra de liberación. Vamos a luchar para proteger al país. Eliminaremos al enemigo por encima y por debajo de la tierra», agregó en una comparecencia ante la prensa el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
Según el último balance del Ministerio de Sanidad de Gaza, la cifra de muertos subió a 7.703 –de las que 3.195 son menores, 1.792 mujeres y 414 ancianos– y a 18.967 los heridos, en el marco de la campaña de bombardeos de Israel contra la Franja de Gaza, en represalia por el ataque terrorista de Hamas el pasado 7 de octubre que mató a 1.400 personas, produjo 5.000 heridos y tomó 229 rehenes.
«Por su propia seguridad vayan al sur»
«Caían bombas de todos lados; de la marina, de la artillería y de los aviones», dijo a la agencia de noticias AFP Alaa Mahdi, un habitante del campo de refugiados de Shati –en la parte norte de la Franja–, en referencia a los últimos bombardeos. «¿A quién golpean? ¿A la resistencia? No, a la pobre gente», agregó el hombre de 54 años, que afirmó que el efecto de las bombas en Shati es «peor que el de un terremoto».
El vocero del servicio de protección civil gazatí reportó que sólo en los bombardeos israelíes de la madrugada resultaron completamente destruidos cientos de edificios y de casas. Por su parte, el Ejército de Israel señaló que golpeó 150 objetivos subterráneos en el norte de la Franja, donde, según sostiene, Hamas dirige sus operaciones desde una gigantesca red de túneles.
Los aviones israelíes también arrojaron octavillas sobre la ciudad de Gaza que pedían a los habitantes evacuar hacia el sur lo antes posible porque la zona era un campo de batalla en el que los refugios no eran seguros. Horas antes, el portavoz militar israelí, el contralmirante Daniel Hagari, hizo lo mismo a través de un video grabado y difundido en redes sociales. «A los habitantes del norte de Gaza y de la ciudad de Gaza: se les está acabando el tiempo, por su propia seguridad vayan al sur», advirtió. «Hamas pone sus vidas en peligro al esconder armas y efectivos en escuelas, mezquitas y hospitales», añadió.
A partir del endurecimiento de los bombardeos, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, redobló su pedido el cese de la escalada de violencia. «Reitero mi llamamiento a un alto el fuego humanitario inmediato, junto con la liberación incondicional de los rehenes y la entrega de ayuda a un nivel que corresponda a las dramáticas necesidades del pueblo de Gaza, donde se está desarrollando una catástrofe humanitaria ante nuestros ojos», sentenció.
A esto hay que sumarle que el corte de las telecomunicaciones vía móvil e internet en Gaza, iniciado el viernes por los bombardeos israelíes, dificulta las labores humanitarias de la ONU, que perdió el contacto con algunas de sus agencias sobre el terreno. Además sigue la falta de combustible, recurso necesario para los generadores que mantienen
dos tercios de los hospitales y un tercio de las clínicas en funcionamiento, o
para las plantas desalinizadoras que permiten que aún haya agua potable.
Alto el fuego y canje por los rehenes
En ese marco, el miembro del buró político de Hamas, Mousa Abu Marzouk, indicó que el grupo está dispuesto a un alto el fuego con Israel y que se aplique la resolución de la Asamblea General de la ONU aprobada el viernes que pide el cese de ataques mutuos. Sin embargo, rechazó que las negociaciones sean directas con Israel. «Se trata de una fuerza de ocupación, no estamos dispuestos a mantener contactos directos con ellos», remarcó.
El brazo armado de Hamas, las Brigadas Ezedin al Qassam, plantearon también la posibilidad de liberar a la totalidad de los rehenes secuestrados a cambio de la liberación de todos los presos palestinos en cárceles de Israel. «El precio a pagar por la gran cantidad de rehenes enemigos en nuestras manos es vaciar las cárceles (israelíes) de todos los presos palestinos», declaró Abu Odeida, vocero de las Brigadas Ezedin al Qassam, en un comunicado leído y transmitido por el canal de televisión Al Aqsa, dirigido por Hamas. «Si el enemigo quiere resolver el tema de los detenidos de una vez, estamos dispuestos a hacerlo. Si quiere un proceso por etapas, también estamos preparados», agregó.
Las Fuerzas de Defensa y la Agencia de Seguridad de Israel informaron en comunicados conjuntos que aviones de combate israelíes mataron al jefe del comando aéreo del grupo islamista, Asem Abu Rakaba –que habría tomado parte en la planificación del ataque del pasado 7 de octubre– y al comandante del grupo naval Ratib Abu Tzahiban. Estas muertes se suman a la de Shadi Barud, el número dos de la Dirección de Inteligencia del grupo, al que Israel consideraba coautor intelectual de los ataques contra su territorio.
La frontera con Líbano
Mientras tanto, el grupo chií libanés Hezbollah reivindicó unos ataques realizados con artillería y armas apropiadas sin especificar sobre dos puestos militares ubicados en el norte de Israel, al tiempo que sus combatientes lanzaban una acción simultánea con misiles teledirigidos contra una tercera posición, informó el movimiento armado en una serie de comunicados.
Desde el 8 de octubre –un día después del estallido de la guerra–, Hezbollah y las fuerzas israelíes realizan ataques cruzados a través de la divisoria entre ambos países, donde además se produjeron acciones reivindicadas por facciones palestinas presentes en el territorio libanés. La violencia creció con el paso de los días hasta registrar intercambios de fuego casi constantes, con lanzamientos de misiles, cohetes o morteros por parte de Hezbollah y ataques de artillería o aéreos desde el lado israelí. Este cruce dejó hasta el momento 63 muertos: seis en Israel y 57 en Líbano –de los que 43 eran miembros de Hezbollah, según indicó el propio grupo–.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó mediante un comunicado que el número de desplazados en Líbano por esta situación se elevó a 28.965, de los que al menos 7.847 tuvieron lugar durante los últimos cuatro días. La mayoría de las salidas se registraron en las zonas fronterizas con
Israel y en otras provincias meridionales ubicadas más al norte de la divisoria.
También un proyectil alcanzó el cuartel general de la misión de paz de la ONU en Líbano (FINUL) en la localidad meridional de Naqoura. «Afortunadamente no explotó y nadie resultó herido, pero nuestra base quedó dañada», detallaron en un comunicado los Cascos Azules, que todavía no precisaron la procedencia del proyectil. En las últimas tres semanas, las instalaciones centrales de la misión ya sufrieron impactos y otras posiciones registraron daños materiales, por lo que la FINUL pidió a las partes contendientes el cese de cualquier acto que ponga en riesgo al personal de la ONU.
Informe: Axel Schwarzfeld
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