Aplaudieron en la salida del equipo, con la ilusión de una victoria que los llevara a la línea de River que permitiera pelear por un lugar entre los cuatro de la zona. Alentaron durante media hora. Cantaron eso de «movete, rojo movete», inmediatamente después del gol de Atlético.
Volvieron con lo de «movete» a los diez minutos del segundo tiempo. Cantaron contra los jugadores y la comisión directiva sobre la media hora de la etapa final, cuando los tucumanos se floreaban. Gritaron mucho el empate, se volvieron a ilusionar en los minutos que quedaban, y finalmente recurrieron a un concierto de silbidos cuando los jugadores se hundían en el túnel.
Así vivieron los hinchas de Independiente el partido en el que empataron 1-1 contra un rival que en los papeles parecía fácil. Atlético Tucumán es el cola de la zona, no ganó ningún partido, llegó con cuatro goles a favor y 16 en contra, pero Independiente le dio tantas ventajas posicionales que fue claro dominador durante varios pasajes del partido.
Y en el segundo tiempo pudo liquidar la cuestión, pero pareció más enamorado del toqueteo, que le salía bien ante un rival desconcertado y perdido que no encontraba el camino. Tevez hizo muchos cambios, sacó a Avalos en el primer tiempo (y sorprendió a todos), pero el equipo nunca funcionó como tal.
Los tucumanos, que siempre parecieron más prolijos en el manejo de la pelota (muy bien Acosta y Sánchez), se pusieron en ventaja en una jugada curiosa a los 33 minutos del período inicial. Infante tiró un centro, pifió Estigarribia pero le salió un pase a Bajamich, que llegó de frente para someter a Rey.
En otra jugada curiosa, Independiente pudo haber alcanzado el empate cerca del final. Isla quedó solo, tiró un centro para Canelo que esperaba en el medio, pero se anticipó Maestro Puch y prácticamente le sacó el gol a su compañero con tanta mala suerte que además de desviar el remate se lesionó, y estuvo algunos minutos afuera de la ancha. Lo más curioso fue que volvió en una pierna, y en un córner cabeceó la pelota hacia un costado y le permitió a Isla meter otro cabezazo desde el área chica.
Después Marcone casi clava el segundo, pero no pudo ser. Independiente no sabe a qué juega, le sobran ganas pero le falta fútbol, juego asociado, ideas, confianza, y encima no liga y los resultados no ayudan. ¿A quién pueden sorprender en ese marco los vaivenes emocionales de los hinchas y esa pesada silbatina final?.
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